A nadie le gusta mentir, pero desafortunadamente, ser deshonesto con los demás y con nosotros mismos a veces es más fácil que decir la verdad. Sin embargo no tiene que ser necesariamente así. Aprender a ser honesto y eliminar la necesidad de mentir te ayudará a limpiar tu consciencia y tus relaciones. Cambiar un poco tu modo de pensar y orientarte a una política de honestidad te ayudará a borrar la necesidad de mentir y te será más atractivo decir la verdad.
Descubre por qué mientes y a quién. Todos hemos mentido en algún momento u otro, a varias personas, a nosotros mismos y por motivos diversos. Pero elaborar un plan sistemático para ser más honesto será difícil a menos que trates de definir por tu cuenta esos motivos y personas.
- Las mentiras que hacen que nos veamos mejor podrían incluir las exageraciones, las verdades endulzadas y las historias inventadas que les decimos a los demás y a nosotros mismos con el fin de hacernos sentir mejor sobre nuestras deficiencias. Cuando algo no te alegra, será mucho más fácil llenarlo con mentiras que decir la verdad.
- Les mentimos a los compañeros que consideramos superiores porque queremos que nos respeten así como los respetamos. Desafortunadamente, ser deshonesto a la larga es ser irrespetuoso. Reconoce más a la gente por su capacidad de identificarse contigo y comprenderte a un nivel más profundo.
- Las mentiras para evitar una vergüenza podrían ser las que decimos para ocultar comportamientos incorrectos, transgresiones o cualquier actividad que no nos enorgullezca. Si tu mamá encontró un paquete de cigarrillos en tu chaqueta, quizá le hayas dicho que era de tu amigo para que no te castigue.
- Les mentimos a las figuras de autoridad para evitar la vergüenza y el castigo, incluidos nosotros mismos. Cuando hemos hecho algo que nos hace sentir culpa, mentimos para eliminar esa culpa, para evitar ser castigados y volver a ese comportamiento inaceptable del cual nos vemos forzados a mentir. Es un círculo vicioso.
Anticipa aquellos comportamientos que hagan que te sientas culpable. Para romper la cadena de la vergüenza y la mentira, será importante aprender a anticipar aquello que nos haga sentir culpables en el futuro y evitarlo. Cuando uno miente, tapa una verdad incómoda que reposará mejor dentro de una mentira. En tu caso, podrás sentirte cómodo con la verdad o abandonar ese comportamiento que te da vergüenza.
- Si fumas cigarrillos, no tendrás que mentir si todos saben que es cierto. Reconócelo. Si no puedes reconocer determinado comportamiento, lo mejor quizá sea evitarlo. Podría ser humillante para tu esposa descubrir que mantienes una relación inapropiada con una colega, pero no tendrás que mentir si no caes en algo así.
Deja de compararte con los demás. En ocasiones mentimos para parecer superiores y mejores de lo que somos en realidad. Debido a que siempre competimos y nos comparamos con otros, toda deficiencia puede superarse fácilmente con una rápida mentira creativa. Si dejas de competir con los demás y te das el respeto que te mereces, no tendrás la necesidad de mentir para sentirte mejor. ¡Ya estás siendo mejor!
- Olvídate de lo que crees que los demás quieren escuchar. Dales a los demás el beneficio de la duda y no asumas que están haciéndote un juego o están siendo manipuladores. Habla de corazón, diles la verdad y despreocúpate por verte bien o “mal”. La gente respeta la honestidad, aunque la verdad sea incómoda.
- Deja que tu honestidad y no tu exageración impresione a la gente. Gran parte de la deshonestidad surge del deseo de impresionar a los compañeros con historias elaboradas y superiores a las de los presentes en la mesa. Si no puedes contribuir con la ronda de historias de viajes a Europa, escucha con atención y espera que el tema cambie, no inventes una trama de tu intercambio en Mallorca.
Acepta las consecuencias y decide afrontarlas. En ocasiones, es mejor reconocer las mentiras, engaños y comportamientos anteriores que te avergüencen en vez de seguir tejiendo un entramado elaborado de mentiras. Sincerarte podría ser liberador y extremadamente saludable. Aunque tengas que sufrir algunas consecuencias al final de tu confesión, merecerás la consecuencia honesta.
Haz cosas que te hagan sentir orgulloso. ¡No tendrás que mentir si te sientes bien contigo mismo! Rodéate de personas atentas y comprensivas que te respeten por tu persona. Haz aquello que te brinde placer y te haga sentir orgulloso.
- Emborracharte todas las noches podría sentirse bien durante un par de horas, te dará placer, pero el dolor de cabeza la mañana siguiente en el trabajo hará que te sientas avergonzado y culpable cuando no te salgan bien las cosas. Cuídate a nivel mental y físico. No hagas cosa que te avergüencen.
Evita las situaciones en las que tengas que mentir por otros. Ten cuidado cuando alguien te diga algo en secreto que sepas que tengas que compartirlo con otra persona (por ejemplo, cuando te enteres de un delito, mentira o un hecho perjudicial contra otra persona). Tener que escuchar dicha información te pondrá en una posición difícil, sobre todo cuando la verdad salga a la luz con el tiempo y la persona afectada se entere que siempre lo habías sabido.
- Si alguien empieza diciéndote: “No le digas a tal y tal lo que te voy a decir, ¿bien?”, prepárate para responder con tu propio descargo de responsabilidad: “Si es algo que quisiera saber sobre otra persona, entonces no me lo cuentes. No quiero ser responsable de los secretos de nadie, solo de los míos”.
Haz una distinción entre los “necesita saber” y “quiero decir”. A veces, sentimos una necesidad implacable de que nos escuchen. Regañar a un compañero de cuarto descortés, enfrentar al cónyuge o discutir con un profesor podrían parecer momentos que requieran toda nuestra honestidad al destape, pero optar por hacerlo podría ser un método rápido para amargar las relaciones y decir las cosas que no queremos. Para evitar compartir demasiado, trata de calcular la diferencia entre las cosas que necesitas decir porque otra persona necesita oírlo y las cosas que quieres decir para hacerte sentir mejor.
- Alguien más necesitará saberlo si hace algo que le causará daño físico o emocional o si hace algo que afecta a los demás del mismo modo. Tu compañero de cuarto podría tener que saber que su excesivo consumo de alcohol te incomoda en tu propia casa, pero no tiene que saber que consideras que su nueva novia es vulgar.
- Quizá quieras decir algo por un arranque de cólera u otra emoción intensa que, después de reflexionar, podrías expresar en términos más amigables. En medio de una discusión sobre una relación apagada, podrías querer decir: “Estás cada vez más gordo y ya no me gustas”, cosa que podría ser un tema muy sensible para tu cónyuge, pero decir: “Creo que podríamos ser más saludables” dará a entender el mismo mensaje de algo que tu cónyuge necesita saber.
Practica siempre el tacto. A todos les gusta una persona directa, pero a veces la puntería de una persona directa podría desviarse unos cuantos centímetros. Considera el efecto de tus palabras y aprende a decir con otras palabras algo que sea probablemente ofensivo o incómodo. Aprende a ofrecer opiniones apropiadas.
- Usa oraciones en primera persona cuando compartas verdades incómodas. Cuando compartas tus opiniones y verdades con otros, procura domar tu honestidad. Enfócate en tus sentimientos y opiniones para seguir siendo respetuoso con los demás.
- Trata de agregar la frase al principio: “En mi experiencia…” o “Personalmente, he observado que…” o termina con “…pero esa es solo mi apreciación (o experiencia) que podría ser diferente en otros lugares”.
- Aprende a escuchar en silencio a los demás cuando hablen, aunque no estés de acuerdo con lo que digan o tengas la necesidad de mostrarte en desacuerdo. Cuando sea tu turno de tomar la palabra, te tratará con la misma cortesía, lo cual hará que la conversación sea más honesta y cómoda.
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